Las diferencias tangibles, visibles, entre mi planeta y este, son pocas. Esta afirmación tiene carácter estadístico, desde luego. Son pocas para la sensibilidad media de la población de aquí, y para el promedio de atención que me dedican. Son suficientes, sin embargo, para que algunas personas hayan deducido que no soy de aquí. No es que yo lo oculte, nada de eso. Pero tampoco lo menciono salvo muy excepcionalmente, ante preguntas directas y específicas, del tipo "Vos no sos de este planeta, no es cierto?". En el tiempo que llevo aquí apenas cuatro veces me lo preguntaron.
En mi planeta se bebe poca agua. No es porque nos haga daño el agua, es falta de costumbre. Nuestros ríos tienen sabor. Y son levemente gasificados. Entonces yo bebo gaseosas, de diversos tipos, y siento cierta ansiedad cuando mi provisión se agota. Algunas personas partieron de este detalle para deducir mi origen lejano. Podría beber más agua, es cierto, pero no veo razón para disimular. Nadie me ataca. Nadie me caza. Aquellas veces que corrió el rumor de que yo soy extraterrestre, éste se disipó en la incredulidad.
En mi planeta la atmósfera es más espesa que aquí. Tal vez por eso fumo. No comprendo por qué la atmósfera es más espesa, ya que mi planeta es bastante más pequeño que la Tierra. Su circunferencia mide unos dos mil quilómetros. Es hasta llamativo que tenga atmósfera, pero tiene. Una atmósfera viscosa y con tenues fibras, filamentos fluidos, como volutas de humo en aspecto, pero de diferente consistencia. Difícil de explicar. Las partículas de nuestro aire, supongo, tienden a crear cadenas lineales de un cierto espesor, cadenas no rígidas, que se cortan y reconectan con otras, que se elongan con bastante facilidad, y que son levemente elásticas. Esto hace que en mi planeta la facilidad de los movimientos, sobre todo de los leves, dependa de la orientación de las fibras. Esto también hace que en mi planeta no haya insectos voladores. Hay insectos aéreos, sí, pero no vuelan. Se apoyan en las fibras, caminan por ellas, pasan de una a otra con gran habilidad. Y así se trasladan. Porque en mi planeta hay viento, no mucho, pero hay. Brisas suaves que mueven las fibras en complicadas rotaciones y estiramientos, creando formas muy curiosas cuando las fibras brillan al atardecer. Formas de hongos, de nudos, de medusas con estelas vibrantes.
Ahora tengo que ir a trabajar. En mi planeta también trabajamos, aunque con una actitud un poco diferente de la de aquí. Debería describir algunas cosas más. Pero continuaré en otro momento.
domingo, 9 de maio de 2010
Assinar:
Postar comentários (Atom)
Nenhum comentário:
Postar um comentário