quinta-feira, 26 de agosto de 2010

Paráfrasis donjuanina

La situación es clara y relativamente simple. Los obstáculos son cuatro. El primero es cada uno de nosotros aquí presentes, hasta que cada uno no consiga sacarse un poco el sí mismo de encima no podemos ir ni a la esquina. Para los que quieren quedarse acá todo bien, cada uno sabe los motivos de su decisión personal y yo no quiero convencer de nada a nadie. Hablándoles entonces apenas a los que finalmente decidan venir, o que les interese, decía que para largarnos y partir tenemos que bajar nuestra concentración en nosotros mismos de manera importante. No hablo de entrar en el Nirvana universal, pero por lo menos darnos menos importancia. Considerarnos, cada uno, uno más. Incluso para nosotros mismos. Ya cuando estemos en camino y pasen las horas nos va a dar miedo, que es el segundo obstáculo. Miedo de morir, un poco, pensando también en los otros, en los que nos importan. Miedo del sufrimiento. Miedo de hacer sufrir. Si superamos el miedo, o negociamos de alguna manera con él, el camino se hace más fácil y vamos a comenzar a tener conciencia del camino recorrido. Ya vamos a estar en zonas más altas, vamos a tener más visión. Es el tercer obstáculo. Hasta que no paremos de disfrutar la maravillosa claridad con que veremos y recordaremos el camino recorrido, nuestra inédita capacidad de análisis y empatía, no volveremos a concentrarnos para seguir avanzando. Si conseguimos ponernos serios, reagruparnos, y volver a seguir camino, habremos superado todos los obstáculos superables. El cuarto obstáculo es la muerte y esa más tarde o más temprano nos va a superar, a cada uno de los que venga, a donde quiera que hayamos decidido dirigir nuestros pasos.

segunda-feira, 16 de agosto de 2010

Una mujer no piensa así

-Ella entra por el pasillo de la cocina secándose las manos con un paño. Dice algo así como que Jonas llamó de la escuela pidiendo permiso para ir a la casa de un amigo después de la salida. La madre del amigo los lleva directamente de la escuela. Luego deben buscarlo, antes de las cena. Es en algún lugar cerca de Mayfair View. El tono de ella es informativo, profesional.
-Cómo se llama ella?
-Tiene un nombre con un toque masculino. Carla, se llama Carla. Es rubia y lleva el pelo muy corto, peinado de lado, muy lacio y muy muy corto. Otro toque masculino. Sus ojos son oscuros, las cejas son más oscuras que el cabello. Lleva un vestido rojo, deslumbrantemente rojo, simple, de algodón, y bastante corto, hasta la mitad de los muslos. Sus piernas son sólidas, y lo parecen aún más sobre esos tacos de seis centímetros que mueve más como un dispositivo anatómico que como un accesorio de coquetería. La cara no muestra ningún tipo de emoción. Entre las cinco y las cinco y media deberán buscar a Jonas en Mayfair View. La dirección la mandó por mensaje al celular para que quede grabada. El marido se llama Ernesto. Está pensando que ella a las cuatro y media va a jugar al squash con Larry y Jenna como todos los jueves, que después ella tiene sauna, y que él a las cinco deberá estar en condiciones de dirigir el auto hasta Mayfair View, encontrar la casa cuya dirección hallará en su celular, conversar con Jonas en el viaje de vuelta, pensar qué hacer con la cena, preguntar a Jonas si tiene tarea. Ella llega a las siete menos cuarto.
-Squash con Larry y Jenna? Y él lo sabe? Recuerda la rutina de ella de los jueves? Y es squash con una mujer y un hombre? Son pareja Larry y Jenna?
-Sí, son casados.
-Con hijos?
-No.
-Y después del squash sauna? Y llegar a casa relajada, recién bañada, y no habiendo respondido el celular por más de dos horas? Notable.
-Es por eso que la inflexión de la voz cuando transmite a Ernesto la información sobre Jonas es tan importante. Eso y las palabras exactas escogidas. No debe parecer ni por un instante que ella dude de que su marido recuerde su rutina de los jueves. Ni de que su marido sepa qué día es. No debe parecer que ella está desafiándolo a inventar alguna excusa para no poder ir a Mayfair View y arruinarle el sauna. Tampoco debe parecer que le mandó la dirección al celular para que no la llame entre las cinco y las cinco y media preguntándole dónde buscar a Jonas. No debe sonar a un examen tipo “veamos si me escuchás cuando hablo, si me prestás la atención suficiente para no interrumpir más tarde el poco tiempo que tengo para mí”. Tampoco debe sonar ansiosa. No debe parecer que está dejando todo perfecto y arreglado porque de otra manera no podría ir a jugar squash con Larry y Jenna y después al sauna.
-Larry y Jenna también comparten el sauna?
-Qué tiene que ver eso? Tenés la fantasía de que Carla sea una mujer inexistente.
-Pero es que lo es. Viene de la cocina secándose las manos con un paño. Decime por ejemplo qué hace con el paño.
-El paño está limpio, todavía planchado. Ella seca sus manos con él y luego lo hace desaparecer. La cámara la muestra desde atrás, mientras ella viene por el pasillo secándose. Cuando cambia al living, desde atrás de Ernesto que está fumando marihuana, el paño no está más, desapareció, los giles van a pensar que es un error de continuidad, pero es ella que hace magia.
-Ves que no existe. Esa mujer no existe. Además le da instrucciones sobre el hijo a un marido drogado en un tono objetivo y sin acusaciones?
-Es mediodía. Para las cinco Ernesto va a estar en condiciones. Ella vino a almorzar con él. Él trabaja bastante en la casa. Es físico, profesor de la universidad, científico. Ella estudió Letras en Berlín, justo antes de caer el muro, y trabaja en una revista de actualidad.
-Ah, ella es alemana! De atrás del muro! Tipo extraterrestre. Te decía que era totalmente inexistente. Quién sabe cómo piensan las periodistas alemanas educadas en Letras en Berlín Oriental que viven con un físico argentino en Estados Unidos? Podés poner cualquier cosa en Carla que nadie se va a sorprender.
-OK. Entonces Carla es argentina, conoció a Ernesto en la UBA cuando ella apenas entraba, cuando hacía el ingreso para Arquitectura y Ernesto ya hacía el doctorado con Paniza.
-Con Paniza? Y consiguió llegar a profesor en Estados Unidos después de un doctorado con Paniza? Qué hacía? Corrosión?
-Corrosión, sí. Ahí aprendió un toco de química y después se copó con la química cuántica justo en el momento indicado. Un año después de conocer a Carla, ya de novios y recién defendida la tesis, le ofrecieron un posdoc en Princeton y fue para allá.
-Y Carla?
-La normal. Se quedó. Siguió estudiando. Cambió de idea y se pasó a enfermería. Dos años después tenía un diploma básico. Justo cuando Ernesto recibió la oferta de Stanford. Año noventa y nueve. Ernesto la invitó a vivir con él. Ella fue. Les gustó. Se casaron. Nació Jonas. Ya tiene diez años.
-Esa Carla es un misterio. Una chica como ella viniendo de la cocina con un vestido rojo y hablándole al marido con ese tono? Sin mantener el paño entre sus manos para remarcar que mientras él fumaba marihuana ella secaba los platos? Haciéndolo desaparecer mágicamente en un cambio de cámara? Una chica como ella yendo todos los jueves al sauna? Ella de qué trabaja?
-Seguís buscándole la arista extraordinaria. No te voy a dar el gusto. No es yuppie, ni alta ejecutiva, ni periodista ni atleta. Es una mujer como cualquier otra, trabaja en una clínica por un salario más o menos, tuvo que esforzarse mucho para revalidar su diploma en California y todavía está en período de prueba. Mientras Jonas era bebé no trabajaba, se quedaba con él y hacía cursos y trámites para poder entrar como residente de enfermería en algún hospital. Todas las tardes hablaba con su familia por teléfono. Todavía no existía Skype.
-Y la inseguridad? Y la depresión?
-Ernesto durante el día estaba poco en casa. Ella se sentía sola. Tenía días de mucha tristeza. Jonas no daba mucho trabajo. El departamento en Palo Alto era alquilado. Amoblado y decorado. No había mucho qué hacer. Algunos días, cuando Jonas tenía tres o cuatro meses, apenas se levantaba para atenderlo y luego cuando él dormía volvía a dormir, y pasaba todo el día así, en pijama, ocupada únicamente en lavar y secar ropa en el lava-secarropas y en preparar mamaderas. Ese podría considerarse un período de depresión. Cuando consiguió comenzar la residencia, y Jonas el jardín de infantes, pasó a estar más ocupada, con más cosas para estudiar y practicar. Hace tres años ya que trabaja en la clínica, a diez minutos de auto por la autopista, en Red Oaks.
-Y todo ese tiempo Ernesto dónde estaba?
-Vos ya sabés cómo es el sistema para los profesores jóvenes. Mucha presión para conseguir fondos del gobierno, para conseguir alumnos, para preparar materias, para hacerse conocido en el área. Algunos viajes a congresos. Ernesto nació en el sesenta y ocho. Cuando nació Jonas ya tenía treinta y dos años, ahora ya está con cuarenta y dos. Hasta conseguir el tenure en dos mil cinco tuvo que hacer muy bien los deberes, ya sabés cómo son acá. Podría haberse ido a Texas con tenure en dos mil cuatro, pero no quiso, justamente porque Carla acababa de conseguir la residencia. Además Stanford es Stanford y él quería ver si al final le ofrecían el puesto.
-Todavía te falta explicar mucho para que sea creíble que Carla venga con un vestido rojo desde la cocina, con el pelo rubio muy corto, con tacos de seis centímetros y piernas sólidas, con un paño de cocina en la mano que ella hace desaparecer en el camino, y mucho más para que sea creíble que transmite a Ernesto información concreta sobre Jonas mientras Ernesto fuma marihuana y la mira intoxicado escuchándola con atención desde la primera palabra, sabiendo que será innecesario que Carla repita o aclare nada, que no habrá tonos de duda, de reproche ni de desconfianza, y que Carla volverá recién bañada, con el mismo vestido rojo pero sin sostén, a las siete menos cuarto, que Jonas estará bañado también, habrá comida en la mesa, el sol se habrá puesto, la temperatura estará regulada automáticamente a un nivel agradable, y los tres conversarán sobre la última emisión de El Encantador de Perros.
-Sí. Todavía falta explicar mucho.
-No podía ser Jack Daniels en lugar de marihuana?
-Jack Daniels a mediodía? Pensalo bien.